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INMERSIONES A PROFUNDIDAD - AÑO 1959


DOS AÑOS DESPUÉS…EN ITALIA

SÁBADO, 29.08.59

LA PRENSA ESPAÑOLA COMENTA LO SIGUIENTE:

Domingo, 30.08.59
RECORD MUNDIAL DE PROFUNDIDAD.
Nápoles, 29.- Submarinistas napolitanos han establecido el record mundial de profundidad en el agua con un aparato “Aqualung”.
Cesare Olgiai, de 39 años, ha sido el que ha descendido a más profundidad, llegando a 131,35 metros.
Ennio Falco, de 28 años, llegó a una profundidad de 130,35 metros.
Alberto Novelli, dirigente e inventor del aparato “Aqualung” (pulmón acuático), empleado por el grupo, alcanzó la misma profundidad, pero, debido a una equivocación,  no dejó prueba de ello.
No existía record mundial alguno para la inmersión con el “Aqualung”. El norteamericano Hope Root y el francés Maurice Fargues perecieron ahogados en  1953 y 1947, respectivamente, en tentativas por establecer un record de inmersión en profundidad sin respirar, con 41 metros. (1) Alfil.
Fuente: El Mundo Deportivo. Domingo, 30 de Agosto de 1959. Pág. 2.
Nota.
(1) Ambos buceadores pretendían descender más allá de los 120 metros, resultando Fargues ahogado por el efecto de la narcosis de las grandes profundidades, se le desprendió la boquilla, resultando su cuerpo no obstante recuperado al ir atado con una cuerda de seguridad, mientras que Root pasó ampliamente la cota anterior de los 120 metros y se perdió su rastro alrededor de los 160 metros, pues era seguido por el radar, al no estar atado por precaución , su cuerpo desapareció en las profundidades. Ver capítulo al final de este escrito

 

Domingo, 01.11.59
UN RECORD DE PROFUNDIDAD EXTRAORDINARIO. ¡¡130 METROS¡¡.
Tres italianos han logrado descender a dicha profundidad, batiendo el record del mundo.
Fuente: El Mundo Deportivo. Domingo, 1 de Noviembre de 1959. Pág. 8.
Nota. El texto es el mismo que el publicado en CRIS, revista de la mar. nº 10 Noviembre de 1959. Págs. 16 y 17.

OTROS PERIÓDICOS:
LA VANGUARDIA ESPAÑOLA.
Miércoles, 30.09.59
EN EL GOLFO DE NÁPOLES.
ES CONSEGUIDO UN NUEVO “RECORD” DE PROFUNDIDAD ACUÁTICA.
Tres buceadores italianos alcanzaron los 131,35 metros.
Fuente: La Vanguardia Española. Miércoles, 30 de septiembre de 1959. Pág. 27.
Nota. Es extraño que La Vanguardia Española, comunicara esta noticia casi con un mes de retraso, y curioso que sea el club CIAS, el que avisa al periódico del acontecimiento.

 

OTRAS FUENTES:
CRIS, REVISTA DE LA MAR.
UN RECORD DE PROFUNDIDAD EXTRAORDINARIO, 130 METROS.
TRES ITALIANOS LOGRAN DESCENDER A 130 METROS, BATIENDO EL RECORD MUNDIAL.
“Sin temor a pecar de inmodesto, creo que pocas personas pueden hablar de lo extraordinario de esta inmersión  como puedo hacerlo yo. Por años que pasen, y han pasado ya dos desde aquel día de 30 de septiembre de 1957, en el que  conseguí alcanzar por primera vez en la historia del buceo con escafandra, la cota de los cien metros; por años que pasen, repito, no podré olvidar los momentos de angustia que pasé cuando, a partir de los ochenta metros, preso de fuerte narcosis o borrachera de las profundidades, alcancé el final del cable donde estampé la contraseña que certificaría mi inmersión. A pesar del tiempo transcurrido lo recuerdo con asombrosa precisión…El fuerte zumbido en mi cabeza, la sensación de dejadez y falta de fuerza en mis manos y, finalmente, ya a la profundidad de cien metros y después de haber firmado, aquel momento de desespero y temor cuando, perdida la visión, seguramente debido a la intoxicación por el oxigeno, abandoné el fondo nadando desesperadamente hacia la superficie. Y tampoco podré olvidar los largos minutos de descompresión, cuando, colgado a tres metros de la superficie, en unas aguas transparentes y llenas de luz, recibía las primeras felicitaciones de mis compañeros por haber conseguido establecer un nuevo record del mundo de profundidad.
Estaba orgulloso de mi record y lo estoy aún. Mucho se ha hablado de los record de profundidad. Hay quien pretende desvirtuar su mérito diciendo que no llevan a ningún fin práctico ni útil.
Yo reconozco hasta cierto punto esta opinión, y reconozco también los peligros que encierran, pero al mismo tiempo me pregunto a mi mismo y también a aquellos….¿qué diferencia hay entre un record de profundidad y un record, por ejemplo, de salto de altura?.¿Qué utilidad, que fin práctico demuestra el hecho de que un atleta consiga con un esfuerzo considerable y agotador saltar una altura de 1,90 metros, rebasando el anterior en dos centímetros?. A mi entender, ninguno. Pero, sin embargo, se premia al atleta y se le colma de honores. ¿Por qué? Porque hay muchas cosas en esta vida que hacemos sin perseguir otra finalidad que el afán de superación en nuestras actividades,  en este caso deportivas.
No hace mucho leímos en la Prensa que dos escaladores españoles habían conseguido escalar las montañas Dolomitas por su cara Norte, después de desafiar grandes peligros y arriesgando su vida.
Ya en la cumbre encontraron a un grupo de amigos que les felicitaron por su hazaña. Estos amigos habían trepado por la vertiente Sur, mucho más accesible y menos peligrosa, ¿Qué utilidad práctica reportó esta dificilísima escalada? Ninguna; pero, sin embargo, todos los españoles nos sentimos orgullosos de la hazaña llevada a cabo por dos compatriotas. Habían demostrado que su técnica y resistencia habían vencido todas las dificultades de tan peligrosa ascensión.
En un record de profundidad son muchos los obstáculos que hay que superar. La temible narcosis o borrachera de las grandes profundidades, la posible intoxicación por las fuertes concentraciones de oxígeno que se respiran a la enorme presión de cien metros de agua, la baja temperatura del fondo, la oscuridad casi impenetrable de la inmensidad submarina, el miedo a lo desconocido y, ¿Por qué ocultarlo?.... el miedo a la soledad (en mi caso, a diferencia de los italianos, bajé completamente solo).
Victimas de estas dificultades dos hombres perdieron su vida en anteriores intentos. Yo conseguí superar todos estos obstáculos y alcancé los cien metros de profundidad bajo el control de la Escuela de Buzos de la Marina Española…,y es precisamente por conocer todas las dificultades que llevan consigo estos record por lo que he calificado y califico de extraordinaria y asombrosa la inmersión de los tres italianos que, en aguas del golfo de Nápoles han alcanzado los 130 metros de profundidad.
Y mi asombro no tiene límites cuando al leer en una revista italiana los detalles contados por uno de los tres buceadores, éste no menciona siquiera haber experimentado el más ligero síntoma de borrachera de las grandes profundidades.
¿Habrán quizá encontrado el sistema de evitarla modificando la composición normal del aire comprimido? Es posible que algún día lleguemos a saberlo en bien de la técnica submarina internacional.
El record del mundo de inmersión con escafandra autónoma quizá haya dejado de pertenecerme….pero siempre queda el consuelo de pensar que fui yo, un español, el primer hombre que alcanzó los cien metros de profundidad”.
Fuente: CRIS, revista de la mar. nº 10 Noviembre 1959. Artículo por Eduardo Admetlla. Págs. 16 y 17.

EN ITALIA DICEN:
MONDO SOMMERSO. (OTTOBRE DE 1959)

EL NUEVO RÉCORD MUNDIAL DE PROFUNDIDAD

130 METROS...... PERO NOVELLI  NO DEJA LAS HUELLAS (EL TESTIGO)

Sábado, 29.08.59
El inventor del aparato que ha permitido la extraordinaria inmersión, el maestro, el organizador del récord, por un banal olvido no se podrá llamar  campeón del mundo.
Los cinco minutos de la víspera
NISIDA.   Era casi oscuro, y no porque fuese tarde. Eran las 11,35, el sol resplandecía alto, pero a 130 metros de profundidad, bajo el nivel del mar, la visibilidad era casi nula. Hizo falta acercar el reloj a la máscara para poder apenas leer las cifras fosforescentes. La luz ya desapareció a 30 metros.
El agua era fría. Máximos unos 12 grados. El frío se notaba a pesar de llevar puesto el traje de neopreno.
La mano de Alberto Novelli estaba apretada alrededor del cable de acero, tenso entre una gran boya cilíndrica y un “salmón” (lastre) de 2 quintales de plomo. Cerca de él estaba la etiqueta de color amarillo, con la señalización del n. 130. Habría tenido que pincharla con las pinzas que tenía atadas alrededor de la muñeca, un par de pinzas parecidas a las que llevan los revisores en los trenes, de chapa cuadrada. Pero pareció haberse olvidado.
La gran piedra, que tomó para lastrarse, lo precipitó como un cohete en una caída rapidísima. En aquella noche a los 130 metros de profundidad, bajo una columna de agua de 14 atmósferas, los pensamientos más graves agitaron su mente...
Pocos minutos antes, desde a bordo del remolcador S. Bartolomeo, los jueces, el jurado, los operadores de la TV vieron a los tres hombres doblarse y desaparecer bajo el agua. Luego quedaron sólo las burbujas. Una después de la otra, casi rítmicamente, las burbujas empezaron a subir desde el fondo para venir a romperse en superficie. ¡Y continuaron así durante una hora y dieciochos minutos!
Las burbujas son una señal de tranquilidad para quien mira y sobre todo para Genaro Esposito, el fiel marinero de los tres submarinistas, que ha venido a asistirlos con su barco”  el San Clemente II. Desde un año que las vigila y no admite, que se habla “cuando los chicos están bajo.”
“Pero qué hacen Cesare y Ennio?” siguió preguntándose Alberto Novelli, inmóvil a 130 metros de profundidad con el corazón en agitado. Llegó por primero con poco segundos de antelación sobre los compañeros Cesare Olgjaj y Ennio Falco;  pero a aquella profundidad los segundos tienen el valor de minutos.
El retraso de los dos compañeros fue una cosa tan insólita que no podía estar sereno. Más allá de toda el agua, turbia por las suspensiones procedentes del fondo fangoso, le impidió divisarlos.
Por fin Olgjaj aparece. Marca con las pinzas la etiqueta y se para al lado de Novelli. Mientras tanto Falco no se ve.
Alberto sigue teniendo los ojos fijos hacia arriba, tratando de en vano por avistar a Falco a través aquella cortina neblina. Pero de repente desde la oscuridad aparece Ennio, nadando demasiado lentamente y en una posición insólita, erguido, con los pies hacia abajo.
“¿Pero qué pasa? ¿qué has hecho? “alarmado Alberto le pregunta con un gesto de la mano.
Ennio le contesta casi acercando el índice al pulgar. Alberto cree erróneamente de entender que el amigo ha quedado con poco aire en las bombonas. Por consiguiente tiene solo un pensamiento: salvarlo. Verifica que haya marcado la tarjeta, luego agarra a él y a Cesare por un brazo y los empuja, sin dejarlos, hacia arriba, a una cuota de seguridad.
A 150 metros de distancia del remolcador San Bartolomeo estaba anclado el “Proteo”, un barco-apoyo de la Marina Militar. Si alguien de nuestros submarinistas hubiera tenido un ataque por embolia, una lancha motor veloz de la Marina lo hubiera transportado de urgencia en la cámara de descompresión a bordo del “Proteo.”
Sobre las burbujas, el barco conducido por Gennaro, ondeó con delicadeza, como para no molestar los de abajo. Y fue justo Gennaro, cuando las burbujas se volvieron una gran mancha blanca, a anunciar que ya “los tres chicos”  estaban remontando.
Ahora empieza la monótona calma de la descompresión. A cuota 20 Alberto, Cesare y Ennio encuentran tres bombonas llenas atadas a un cabo;  se libran de las que llevan encima y efectúan el cambio.
Es entonces cuando que Ennio logra asegurar a Alberto;  su gesto no significó falta de aire. Bajó tan lento porque, estando constipado, no logró compensar bien. ¡Ya está! Ahora Alberto está tranquilo, pero pobre de mí, desvanecida la ansiedad por su amigo, entra otra preocupación:  ¡justo él que ha sido el primero en llegar a los 130 metros de profanidad no ha marcado la etiqueta/placa de verificación/control! Ahora recuerda todo  pero es demasiado tarde.
¡Él que ha ideado el nuevo regulador, que ha hecho de maestro a los otros dos, que ha organizado el récord, será el único de los tres a no poderse llamar campeón del mundo!
No veo la hora de alcanzarlos. Cuando el Presidente de la Comisión de Control, Michele Lisi, me lo permite, me tiro al agua y bajo a 20 metros. Tienen las caras afligidas. Aprieto sus manos. Alberto me hace en seguida señas de no haber marcado. Ennio indica el fondo y me enseña la muñeca que ya no tiene el reloj de profundidad. Cesare me hace señas que al suyo le ha estallado el cristal. Están negros. El disgusto para Alberto, el mejor de todo ellos, es demasiado grande.
A las 12,50 después de una hora y dieciocho minutos de la inmersión, un estruendo de aplausos saluda las tres cabezas que emergen del nivel del agua. Objetivos alcanzados. ¡Ninguna huella de cansancio sobre aquéllas caras, superado el muro de la muerte! Colorido normal, ningún dolor de cabeza ni desmayos.
Sobre las actas de la Comisión de Control, está registrado que “después de haber constatado, a la recuperación del cable, que el marcado de los carteles/placas a metros 130,035 y 131,035, corresponde respectivamente a las señales redondas y triangulares de Falco y de Olgjaj, y que falta el testigo cuadrado de Novelli, los tres submarinistas se han declarado listos a repetir la inmersión.” Sólo preguntaron una hora y medio de descanso por desgasificarse. Pero ya que el “Proteo”  tuvo que echar ancla el jurado no se atrevió en autorizar una segunda inmersión a aquella cuota sin la vecindad de una cámara de descompresión.
¡Han subvertido todas las leyes de fisiología, válidas desde los doscientos años a esta parte! Dijo Duilio Marcante, director de la Escuela de Submarinistas de Nervi y Comisario Federal. “¡Estos chicos no siguen los tablas de descompresión reglamentaria! Se toman el lujo de llegar a 130 metros, y sólo hacen una hora de descompresión. Los tiempos por ellos observados se refieren a índices desconocidos a las Marinas Militares de todo el mundo.
RENATA FALANGOLA
Fuente: Articulo publicado en la revista Mondo Sommerso, Ottobre 1959. Págs. 11,12 y 13
Traducción por Piero Sorba.

En el mismo artículo y en recuadro:
COMO HAN BAJADO:
Para batir el récord mundial de profundidad con auto-regulador a aire atmosférico, Cesare Olgjaj, Alberto Novelli y Ennio Falco han usado los aparatos “Explorer-Standard” ideado por el mismo Novelli. Los tres aparatos fueron de doble bombona y contuvieron cada uno veinte litros de aire comprimido a 180 atmósferas. Habían sido cargados en el  Parque de Rescates de la Marina Militar. La bajada empezó a las hora 11,32. El tiempo empleado para alcanzar los 131 metros ha sido de 3 minutos para Alberto Novelli, 3 minutos y medio aproximadamente para Cesare Olgjaj y 4 minutos aproximadamente para Ennio Falco. Después de una breve permanencia a aquella cuota, los tres  remontaron a 30 metros de la superficie y permanecieron 1 hora y 10 minutos para la descompresión. La emersión tuvo lugar a las 12,50 horas. A veinte metros, los tres plusmarquistas han encontrado las tres bombonas llenas de aire y atadas a un cabo y han efectuado el cambio de las mismas.
RENATA FALANGOLA
Articulo publicado en la revista Mondo Sommerso, Ottobre 1959. Pág. 12
Traducción por Piero Sorba.

MONDO SOMMERSO.
ALGUNOS ESCRITOS DE LOS  BUCEADORES ITALIANOS

Falco y Novelli

Nos cuentan

CON LAS BOMBONAS VACIAS EN LA TRAMPA DE CORAL (En el recuadro)
Esta es la primera de una serie de aventuras vividas y contadas por los más famosos campeones submarinistas italianos y extranjeros, que la revista Mundo Sumergido irá publicando en el curso de los próximos meses.
Empezamos con Ennio Falco y Alberto Novelli, que desde el 19 de septiembre 1956 detienen con 41 metros de profundidad el primate mundial de inmersión en apnea. Falco y Novelli, compañeros inseparables, son napolitanos y pertenecen al circulo subacuatico Máximo d’Asta. Desde un cierto tiempo se dedican exclusivamente a la pesca del coral que recogen a grandes profundidades, utilizando un regulador inventado por ellos, que permite bajar hasta los 120 metros de profundidad. Pero dejamos ahora la palabra a Novelli:
Estamos en Cerdeña, a Capocaccia (Cabo de caza). Gennaro, el barquero de los movimientos lentos y mesurados, pasa las bombonas, los reguladores. Falco y yo nos aprestamos a una enésima inmersión en busca de coral. El día es gris, la mar movida. En nuestros trajes de buzos negros listados de amarillo, nadamos lentamente mientras nos enganchan los reguladores. El ojo atento de Gennaro nos sigue.  No pierde ni un nuestro movimiento. Estamos listos: levantamos una mano. Gennaro nos da las antorchas, las redes, las piquetas. Luego damos una mirada al reloj de muñeca y rápidos nos hundimos. El agua limpia  permite a Gennaro seguir nuestros movimientos por una decena de metros más de profundidad: del barco todavía se ve el color amarillo de nuestras bombonas. Después ya no se ve nada. Plaf, plaf, plaf... llegan ahora en superficie las burbujas de aire única señal de nuestra presencia.
Empieza así la aventura: yo adelante, y algo apartado, Falco. A treinta metros avistamos la embocadura de la gruta: no es muy amplia y uno a la vez podemos entrar. Los primeros metros adentro el agua es todavía clara, casi fosforescente. Es un espectáculo emocionante. De repente las paredes se extienden: tenemos la sensación de haber pasado de un callejón cerrado, estrecho, a una gran plaza. Ahora está oscuro por completo. Encendemos las antorchas: el rayo de luz se proyecta hacia adelante por tres o cuatro metros. El espectáculo que se presenta a nuestros ojos es irreal. Parece estar en un templo estilo barroco, de una riqueza fabulosa, creado por la mano de Dios. Todavía hoy Falco y yo tenemos delante nuestro ojos aquella gruta como una de las visiones más extraordinarias que nos haya sido dado de contemplar en muchos años de exploraciones subacuáticas. La luz de nuestras antorchas, reflejaba las paredes de la cueva. En ella, todo alrededor se abrieron nichos de diferente forma y tamaño, se trataba de otras embocaduras que se adentraban más al interior, en el corazón de la montaña. En estos nichos, parecidos a estalactiticos, bajaban ramas de coral que, solamente en el rasgo iluminado por nuestras antorchas, nos aparecieron en su color rojo. Los pulpos blancos como inflorescencias fantásticas, se movieron con los movimientos de la corriente.
Lista la piqueta y la red, empieza nuestro trabajo. Las ramas de coral, partido, caen en las redes. Y mientras tanto avanzamos. Preso por la emoción de la búsqueda, nos introducimos en otras grutas;  como un laberinto. Una gruta se entrelaza con otra, cada vez más a dentro, cada vez más a dentro.
De repente me giro: no veo a Falco. Probablemente ha entrado en otra gruta, pienso;  y continúo, el coral es bonito, la red se está llenando rápidamente. Una mirada al reloj: han pasado veinte minutos. La autonomía de la bombona es de cuarenta, cuarenta y cinco minutos;  se puede continuar todavía. Parece que la gruta no acabe nunca, parece una galería bajo una montaña. Una manada de lobinas se desliza a gran velocidad cerca de mí, pero no les hago caso. Ahora es el coral que me interesa. Y es muy bonito, de óptima calidad. Los peces casi alentados vuelven atrás, se acercan a observar este extraño ser que no conocen y que ha entrado en su mundo.
Todavía tengo diez minutos de aire
La red ahora está llena, y decido volver;  han pasado ya treinta minutos. Para hallar el camino de vuelta tengo que seguir las paredes, orientándome sobre las huellas del coral partido anteriormente. Continúo cauto, tratando de no perder aquel único camino que puede conducirme hacia la salida. Ya he recorrido un centenar de metros, he salido de una gruta y me he introducido en otra. Debería ser la que lleva a la cueva central dónde nos hemos encontrado a la entrada. Pero de repente la luz de la antorcha se hace más débil, cada vez más débil: una mirada al reloj, treinta y cinco minutos. Luego la luz se apaga.
Es oscuridad total. Tengo un instante de extravío. Espero lograr reencender la antorcha pero cada tentativa es vana. No tengo que perder tiempo, se que me quedan alrededor una decena de minutos de autonomía. Y recurro a todo mi autocontrol. Tengo lograr que mis nervios estén absolutamente en su sitio. Sigo adelante, a ciegas... No sé lo que ha sido en aquel momento a guiarme. Quizás el instinto.
 Ciento vente, ciento treinta metros continuando así en la oscuridad. Y los minutos pasan, lentos, pero pasan... Por fin un rectángulo, pequeñísimo, comparece arriba: un rectángulo de luz. Me dirijo veloz hacia la salvación, la luz, el sol. A medida que me acerco el agua se hace más clara. Puedo leer la hora; desde el momento que  se ha apagado la antorcha han pasados cinco minutos, y todavía hay aire en el regulador, aquel tanto que basta ya para poder salir, para poder estar junto al barco que me espera.
Pero Falco todavía  no ha salido. Al lo sumo podrá tener todavía unos cinco minutos de autonomía. ¿Qué hace? Este pensamiento me pone en agitación. Pero de repente emerge también Falco. Está’ en superficie. Por algunos segundos no habla. “Ya no tenia aire”  dice,  he absorbido lo ultimo que me quedaba justo al salir de la  gruta, luego reteniendo la respiración he hecho este último tramo hacia la salida.”
 “Adónde has ido?”, pregunto conciso;  “¿por qué no me has seguido? ya no te vi junto a mí.
Pero Falco no contesta enseguida: me hace señas con la mano que no puede, que tengo que esperar;  y sigue respirando intensamente, jadeando. Está pálido, completamente sin aliento.
Pero yo quiero saber que le ha sucedido. “¿Y entonces?  insisto. “Tú de repente has doblado a mano izquierda”  por fin contesta, “y yo he continuado por la derecha.  Vi un punto donde el coral era espeso.  Me he dirigido hacia el.  Y así he seguido para bastante tiempo. Era una gruta bella, ancha, aún más de la anterior y había unos colores increíbles, gorgonias ramificadas de los tintes más diferentes. De repente me he percatado que el aire afluya meno. Había  pasados treinta y cinco minutos y tuve que apresurarme en volver. Pero me había introducido bastante en el interior y sabía que me quedaba mucho camino por  recorrer hacia la salida. De todas maneras lo he conseguido.”
El tiempo corre pero Falco va despacio
Buscando de respirar al máximo el aire, con movimientos lentos, con un gran autocontrol y sin perder nunca de vista el único sendero que pudiera reconducirlo también a él hacia la salida de la gruta: el coral ya partido sobre las paredes, también Falco logró llegar con el regulador hasta la embocadura de la gruta. Si hubiera tardado mas, si hubiera perdido el camino de vuelta, el aire ya no le habría bastado, aunque hacer los últimos treinta metros en apnea, para él no es una misión imposible. Cuando emergió al aire libre, al sol,  había  pasados exactamente cuarenta y cinco minutos.
Entregamos las redes a Gennaro: las ramas de coral, rojo, ahora brillan a la luz del sol. Son guapísimos, del la mejor calidad que se puede encontrar en Italia. “Pesarán unos quince quilos”, dice sopesándolos con la mano Gennaro. Son las primeras palabras que salen de su boca después muchas horas.
Publicado en la revista Mondo Sommerso. Septiembre 1959. Págs. 16 a 19
Traducción de Piero Sorba.
Nota. En el presente escrito, por lo demás dedicado a la pesca del coral,  se comenta sobre un nuevo regulador para bajar a 120 metros.

QUE ES Y COMO FUNCIONA EL “EXPLORER ESTÁNDAR, EL APARATO CON EL CUAL ALBERTO NOVELLI HA LLEVADO LA REVOLUCIÓN EN EL CAMPO DE LOS REGULADORES A AIRE.
IDA Y VUELTA EN UNA HORA Y UN CUARTO
DE ENRICO MARUSSIG
El autorregulador “Explorer”  ha sido ideado y construido por el médico Alberto Novelli en tres diferentes versiones:   Explorer, El Explorer Major y El Explorer Minor. La descripción que sigue se ocupará del Explorer, el aparato con el cual  se ha batido, sábado 29 de agosto el récord mundial de profundidad con regulador a aire y que esta destinado a una mayor difusión: al final serán ilustradas las diferencias que hay con los otros dos tipos.
El Explorer, a parte de las bombonas y del reductor común a todos los reguladores, consta de tres partes principales:
a) el regulador en si mismo;
b) la boquilla de inspiración y expiración;
c) el tubo de salida con válvula termínale a pico de pato.
A continuación,  en detalle, la descripción del aparato y su funcionamiento.
¿Cómo actúa el regulador? El aire es aspirado a través de la válvula (5) que se encuentra en el fondo de la valva (2), bajo el perno. Viene a través de un tubo de goma, flexible pero El regulador se cerciora al cuerpo mediante una correa a la región bajo-clavicular del tórax: a mano izquierda por quien es derecho, a la derecha por quien es zurdo. Consiste en dos platos metálicos ovales, largos cm. 17,5 y anchos cm. 13,5, puestos uno encima del otro y unidos por un perno muy excéntrico;  los platos se mueven como las valvas de una ostra. Entre el dobladillo de la valva superior (1) y la de la valva inferior (2) se extiende una membrana de goma (3): más larga dónde las valvas se extienden más y más estrecha cerca del perón (4). Esta membrana impedirá al agua de penetrar en el fuerte, desde el reductor de presión que lo dirige a la presión de 3 Kg. por cm. EI reductor de presión esta puesto a la embocadura de las bombonas, a la altura de los lomos del submarinista. Quien utiliza el Explorer deberá de hecho poner las bombonas con el fondo hacia la cabeza: no tendrá así la molestia de golpear la cabeza contra las manoplas de abastecimiento y podrá, maniobrarlas con más facilidades a la altura de los lomos.
La aspiración continúa por el tubo arrugado de goma (6) cuya boquilla se encuentra sobre el techo de la valva (1): este tubo está en directa comunicación con el aparato bucal (7).
II regulador, siendo un soplillo, se levanta y se baja según si está lleno de aire o vacío. Así haciendo determina los movimientos de la palanca (8) que tiene una función simple: lo de abrir o cerrar la válvula de entrada de aire (5) y lo de abrir o cerrar la válvula de salida de aire (7ª) que se encuentra en la boquilla y que está en directa comunicación con la salida a través de un tubo arrugado de goma  (9) que termina con una válvula de no retorno (10) llamada también a pico de pato o barba de cabra.
Pero la gran novedad del Explorer consiste en lo siguiente: contrariamente a cuánto pudiera parecer, el submarinista respira aire directamente del reductor cuando las valvas son reunidas; es decir, cuando, el regulador esta aplastado. Y, por consiguiente, él expira cuando el soplillo está hinchado, es decir cuando las valvas están  separadas al máximo.
¿Cómo y por qué ocurre todo esto?  Explicamos antes el mecanismo. Empezamos cuando las valvas están abiertas. En este momento el soplillo está lleno de aire que ha sido expirada por el submarinista. Pero, atención: se trata solamente de 200 cmc de aire puro, es decir aire que, aunque siendo de expiración, todavía es pura porque ha quedado en la tráquea sin llegar hasta los pulmones. De la tráquea después ha vuelto al regulador y lo ha hinchado. Todo el resto del aire viciado, como veremos más adelante, ya ha salido del tubo de expiración.
Volviendo a la posición explicada, el soplillo está pues hinchado y la palanca (8), no solicitada, bloquea la válvula (5) porque empujada hacia arriba por el muelle a espiral (8ª). En este momento el submarinista está expirando a través de la boquilla. Pero en cuanto tiene terminada su expiración necesitará inspirar aire, así haciendo inhala el aire que se encuentra en el regulador, aire puro de la tráquea, como hemos dicho.
Vamos a ver que pasa cuando, en consecuencia de tragar aire, las valvas del regulador se vuelven a cerrar, ayudadas en este caso por la presión externa del agua que encuentra sobre la amplia superficie de la valva superior (1) (la única prácticamente móvil) un amplio espacio sobre el que comprimir. La valva (1) baja e irá pronto a tocar la rueda de plástico (8b) y por lo tanto hará bajar la palanca (8): esta, girando sobre el fulcro (8c), se levantará en el tramo corto más allá del fulcro. EI martillo (8d) que tiene bloqueada la válvula (5) se levantará: se levantará: también la válvula porque empujada por la presión del aire de 3 Kg. por cmc. El aire entrará, irá directamente en el tubo arrugado y será respirada directamente por el submarinista. La válvula (7ª) de abertura y cierre de la salida de aire de la boquilla (7b) se habrá mientras tanto cerrada: la valva (1), bajando, habrá alargado la camisa del tubo Bauden  (7c) con respecto a su hilo: el hilo de Bauden se desplacerá por lo tanto hacia adelante en el muelle de retorno (7e) que podrá así tirar hacia si la válvula de descarga (7ª) bloqueando la salida del aire.




 



Leyenda:
1 y 2 – Valva
3       – Membrana
4       – Pivote
5       – Válvula (entrada de aire)
6       – Tubo arrugado
7       – Aparado Boquilla
7ª - Válvula de descarga
7b – Boquilla
7c – Hilo, camisa tubo Bauden
7d – Alojamiento de la válvula
7e – Muelle de retorno
8       – Palanca
  – Muelle a espiral
8b  – Ruedecilla de plástico
8c  – Fulcro
8d  – Martillo
8e  – Bloqueo Bauden
9       – Tubo de salida
10 – Válvula a pico de pato



 


Los tres elementos principales del Explorer Stndard: el regulador a valve, la boquilla y la válvula de descarga (ver dibujo tabla A)





A través del tubo (a izquierda) el aire del reductor (a bajo) viene dirigida al regulador (en alto) a la presión de 3 Kg. Por cm. Cuadrado.
Ahora el submarinista, después de haber inspirado los 200 cmc. de aire de la tráquea procedente del regulador, respira aire directamente de las bombonas. ¿Cuándo haya terminado su inspiración que ocurre? Empecerá a expirar. La válvula de descarga (7ª) queda todavía cerrada porque no solicitada por el tubo Bauden. El aire que él emite, aire puro de su tráquea, va a acabar en el soplillo del regulador mientras lo hincha. Hinchándose el regulador, la valva (1), sale y libera la palanca (8): el muelle (8ª) comprime sobre la palanca y obliga el martillo (8d) a bajar. Así haciendo baja también la válvula (5) que cierra así la entrada de aire. Al mismo tiempo, en levantarse, la palanca (8) libera el hilo de acero de Bauden (7c) que se queda, retenido por la bolita (8e), fijo a la palanca. La valva (1), que continúa a subir, reduce la camisa de Bauden (7c) poniendo así en tracción el hilo de acero: consiguiendo que el Bauden tire hacia si la válvula de descarga  (7ª) permitiendo así la expiración.
La boquilla está ahora lista para la expiración: esto ocurre a través  del tubo arrugado de salida (3) y la válvula a pico de pato (10). II tubo de salida del aire tiene la particularidad, puesto que siempre está lleno de aire (aunque viciado), de dirigirse siempre hacia arriba: al momento de la expiración hará por lo tanto de camino y facilitará, esta operación.
Alguna comparación
Hemos descrito el funcionamiento del Explorer. Hacemos ahora una confrontación práctica entre los reguladores en uso y el Explorer.
1) Inspiración del aire.  
Muchas veces, según la posición que coge el submarinista en el agua y según la profundidad, ocurre, con los otros reguladores, que el abastecimiento de aire pueda ser más o meno intenso. Por lo tanto se podrá tener una fuerte erogación, el que obligará el hombre a rechazar aire con la contracción de la glotis, o una escasa erogación, por lo cual lo obligará a “  chupar”  aire. Este no ocurre en el Explorer: durante la fase de inspiración, las valvas son planas, la presión del agua no influye en el abastecimiento y el paso de aire del reductor a la boquilla ocurre normalmente y directamente según el equilibrado que se ha dado sea al reductor sea a la válvula de aflujo.
2) Expiración del aire.
Todavía más que en la inspiración, en la expiración, los submarinistas habrán notado en algunas posiciones, la fatiga que a veces tienen que hacer para librarse del aire respirada. Como se ha explicado anteriormente el tubo y la válvula de salida, siempre dirigidos hacia arriba, hacen de camino. Ocurre así que el aire viciado venga casi aspirada fuera de los pulmones;  pero sin violencia ya que la válvula a pico de pato impide un excesivo tiro. La expiración además ofrece una notable ventaja tipo batiscafo: todo aquel aire emitida puede ser  utilizada, por ejemplo, para llenar pequeñas boyas de goma (que alguien se habrá llevado consigo) para ayudar el transporte hacia arriba de objetos pesados. Otro ejemplo: quien tuviera un traje de buzo a intersticio de aire puede llenarlo, si fuera necesario, introduciendo el pico de pato en una válvula de abertura que el traje fuera oportunamente abastecido. Ha habido el caso de una recuperación de ánforas antiguas: las ánforas eran pesadas. Pero, dándole la vuelta, y llenadas de aire con el tubo de salida, han sido acompañadas hasta la superficie sin esfuerzo.
3) Recuperación.
Hasta a hoy, la recuperación del aire en la mayor parte de otros auto-reguladores, es lo contrario de lo que se desea: el aire a recuperar, siendo la última que se ha quedado en los tubos, y también la mas viciado, porque ha salido por última de los pulmones. Se crea así, a la larga, un fuerte depósito de anhídrido carbónico en el organismo. Con el Explorer, como se ha visto, se tienen a disposición 200 cmc. de aire expirada por primero, de aire contenida en la tráquea y en el primero tramo de los bronquios. Aire puro al 99%.
4) Pulverización del agua marina.
En los otros auto-reguladores la membrana y la válvula de descarga están juntas uno al otro, al mismo nivel. Durante la inspiración se ejercita sobre la válvula de descarga la membrana: sigue que un poco de agua pueda entrar por capilaridad. Ocurre lo mismo cuando, en las evoluciones del submarinista, el aire sale semi-cerrando las portezuelas de la válvula justo debajo su nivel: se viene así a formar un “tubo Venturi” y entra un poco de agua. O bien cuando, en algunas posiciones, una burbuja de aire atrapada entre las paredes de la válvula y mantiene semicerrado un canto: en este caso, inspirando, se traga un poco de agua pulverizada, en el circuito del aparato, será también conducido a los pulmones dónde, por su concentración salina, producirá, a largo plazo, dañinas irritaciones.
Un servo-pulmón
Resumimos esta descripción. El regulador del Explorer es un pequeño pulmón que, a diferencia de los otros reguladores, tiene el sistema de alimentación del aire puro y de la eliminación del aire viciado muy lejos el uno del otro e independientes. La presencia de aire puro de recuperación produce una real mayor autonomía. La dulzura del abastecimiento de aire y la expulsión pone el submarinista en las condiciones de respirar como si fuera a nivel del mar, fisiológicamente, inconscientemente. Ésta es una enorme ventaja psicológica: efectivamente el submarinista eliminará la preocupación, el complejo, de la respiración, y se encontrara a su gusto. Tendrá la mente y la psique vacía para ocuparse solamente de los problemas conexos a la inmersión: exploración, pesca, recuperación, movimiento, defensa y, al momento requerido, la larga parada de descompresión.

Major y Minor
Ahora dos palabras sobre el Explorer Major y sobre el Explorer Minor. Se trata de dos versiones del Explorer: como dice el nombre, una más grande más elaborada, la otra más pequeña, más simple.
El Explorer Major es destinado a quien querrá hacer largas inmersiones a grandes y a medianas profundidades. Como ya se ha dicho, difiere por dos cosas: por el volumen y por la presencia de cal soda en un doble fondo arreglado bajo el techo de la valva (1).  Es largo unos treinta centímetros y ancho más de veinte. Contiene un litro y medio de aire que puede ser toda usada para la recuperación, puesto que es depurada por la cal soda. Según las necesidades del hombre el volumen de aire de recuperación puede ser también regulada a mano con facilidad también en inmersión hasta conseguir un circuito de aire directo, a ciclo total abierto. Para mayor precisión es justo decir que el Explorer Major no es, como el Explorer, un regulador a recuperación de aire obligatorio. Es en cambio un regulador-suministrador en el cual la recuperación de aire esta a disposición del submarinista por sus mayores o menores exigencias de autonomía. Si las bombonas están cargadas de solo aire atmosférico habrá necesidad de la cal soda solamente cuando el volumen de aire recobrado haga suponer una cierta presencia de anhídrido carbónico en el aire de recobrar. Si las bombonas están cargadas de aire enriquecida de oxígeno u otras mezclas especiales, siempre hará falta la presencia de cal soda. En este caso la recuperación del Explorer Major será cuatro veces superiores a la normal autonomía de las bombonas. Si las bombonas están cargadas de oxígeno puro siempre hará falta la cal soda y, en tal caso, el Explorer Major funcionará a ciclo total cerrado.
El Explorer Minor tiene un regulador redondo del diámetro de una decena de centímetros. En vez de ubicarlo entre la clavícula y la axila, como en sus hermanos mayores, esta enganchado a la boquilla. Las funciones son las mismas: siempre hay un segmento de tubo arrugado que sirve para la salida del aire. El Explorer Minor es muy cómodo: puede ser usado pare rescates, cuando hay que tirarse urgentemente en el agua, y hasta los principiantes y los chicos lo pueden utilizar. No esta previsto pero hacer inmersiones superior a los 50 metros de profundidad.
Publicado en la revista Mondo Sommerso.
Ottobre 1959 Vol. I nº 3
Traducido por Piero Sorba

PROCESO AL EXPLORER
Muchos lectores nos han escrito moviendo objeciones, avanzando dudas o, más sencillamente, preguntando detalladas informaciones sobre las características de funcionamiento de los autorreguladores a aire “Explorer” con el cual Alberto Novelli, Ennio Falco y Cesare Olgyay, ha batido el pasado mes de agosto el récord mundial de profundidad con regulador a aire. Hemos girado las cartas al doctor Alberto Novelli, proyectista de los aparatos, el cual ha contestado a las tres que resumen mejor los conceptos de todas las otras.
Cuatro maneras de usar el “Major”
Sr. director. En el número 2 de “Mundo Sumergido”  he leído la descripción detallada del flamante “Explorer Estándar”  inventado por el médico Novelli y una relación sobre los tipos parecidos “  Major”  y “Menor”; a mí sobre todo el que mas me interesa es el Major, por su convertibilidad en regulador a ciclo cerrado con empleo de cal sodada y de oxígeno puro en sustitución del aire atmosférica, aparato de empleo idóneo en caso de inmersiones prolongadas a medias y a grandes profundidades.
Siendo en este campo como una neófita, tengo que referirme a la experiencia de personas más competentes en materia, como médicos o submarinistas con años de práctica diaria: esas personas concuerdan en desaconsejar absolutamente el empleo de los A.R.O. a profundidades superiores a los 20 metros, que corresponden a las dos atmósferas de presión, donde el oxígeno se pone doblemente peligroso para los pulmones y para los centros nerviosos, (hiperoxia con todas las consecuencias muchas veces comentadas).
Ahora, en la descripción del “Explorer Major”  publicada en el número 2 de “Mundo Sumergido” se comenta que, cargando este aparato con mezcla de aire a oxígeno y suministrándolo con cartucho de cal sodada, la autonomía se cuadruplicaría; cargándolo luego con sólo oxígeno puro y entonces transformándolo prácticamente de ARA en A.R.O., la autonomía debería aumentar ulteriormente. Además, el submarinista, respirando oxígeno puro, ya no debería estar sometido a fenómenos de embolia, característicos inconvenientes de la respiración de aire atmosférica.
Queda pero un problema: Con el empleo del “Explorer Major” cuál A.R.O., ¿en el caso de una inmersión, pongamos de breve duración, a una profundidad superior a los 20 metros, se presentan igualmente los hechos provocados por hiperoxia, o bien sus características de construcción le permiten eliminar este inconveniente muy temido? ¿En sustancia, podría un individuo normal soportar sin daño las consecuencias de una inspiración de oxígeno puro suministradas a la presión constante de tres atmósferas a una profundidad, por ejemplo, de 50 metros y por una hora seguida? ¿Y la presión de suministro es constante a cualquiera cuota o bien está en proporción directa con la profundidad? ¿En este último caso, podría el submarinista soportar un aumento progresivo de la presión del oxígeno en los alvéolos pulmonares y en la circulación de la sangre?
Otra pregunta quería dirigir a Novelli: ¿Los varios equipos hasta ahora construidos por el están ya en comercio? ¿En tal caso cuánto cuestan, que empresa los construye, y a quién se puede uno dirigir para  ulteriores precisiones? ¿Y para eventuales solicitudes de compra?
Dino Zecchini
Víale Romolo Gessi, 14
Trieste
Contestación:
Desafortunadamente, desde un cierto tiempo a esta parte me se atribuye la paternidad de cosas que nunca he soñado con decir. El “Explorer Major” es un “suministrador pulmón”  qué tiene la característica de recobrar un volumen “ajustable”  de aire de expiración. Por tal motivo se realiza una autonomía de inmersión varias veces superior a aquéllos, que a igualdad de bombonas, nos viene permitida con los suministradores comunes.
Puesto que el volumen de aire que el “Explorer Major”  nos permite recobrar es ajustable de cero hasta un máximo que es par al volumen de las más grandes ventilaciones pulmonares, viene de si que ello puede ser usado:
1.- A ciclo abierto total como un común regulador.
2.- A ciclo semicerrado, (esta permitido también el empleo de aire normal): conviene llenar de cal sodada el adecuado doble-fondo; el volumen a recuperar tiene que ser pequeño más o menos un tercero de la ventilación.
3.- A ciclo semi-abierto: se recupera en tal caso un volumen correspondiente a los dos tercios de la ventilación; el aire deberá ser muy oxigenada, y es obligatoria la presencia de cal sodada.
4.- A ciclo totalmente cerrado: en las condiciones de que al n. 2 y particularmente al n.3, es permitido por un tiempo muy breve (por ejemplo, de no asustar un pez con el descargue del aire en el momento en que se acerca;  o por objetivos bélicos) evitar la subida de burbujas en superficie. Si por lo contrario las bombonas de suministración para este aparato fueran cargadas con oxígeno puro, ello debería ser considerado como un aparato normal a ciclo cerrado, pero es obvio que haría falta respetar todas aquellas reglas que la respiración de oxígeno puro comporta.
Los “Explorer” serán construidos y puestos a la venta por Pirelli, S.A. y creo que en los primeros meses del próximo año estarán disponibles en todas las ciudades que tengan una sucursal de Pirelli, dónde naturalmente se podrán tener todas las informaciones relativas a sus características y a su funcionamiento.

Porque se puede ir más en profundidad.
Sr. Director.
Desde muchos años nos dedicamos al deporte subacuático con particular interés por los variados problemas fisiológicos derivados por la inmersión con A.R.A. Pues nos ha despertado viva admiración el reciente récord de Falco, Novelli y Olgyay y siendo lectores de su interesante revista no pudimos no interesarnos calurosamente en los dos artículos publicados sobre el número de octubre, respectivamente a pág. 11 y 14.
A nuestro parecer, pero, estos artículos contienen algunas inexactitudes que nos empujan a escribirle: lejos de cualquier espíritu de polémica, pero solamente deseosos de aclarar las cosas.
En primer lugar no nos parece exacto atribuir, como hemos leído en muchas revistas, incluido “Mundo Sumergido”  pág. 11 (“el aparato que ha permitido”) el mayor mérito de la excepcional empresa a las calidades técnicas del Explorer; a nuestro modesto parecer éste debería ser investigado en cambio en el excepcional valor de los protagonistas y en su particular, prolongado entrenamiento a parecidas inmersiones.
Es conocido en efecto que dos son los límites fisiológicos que el “submarinistas” encuentra en su inmersión: uno hacia los 50-60 metros de profundidad llamada “la borrachera por la profundidad”, debida, según algunas últimas suposiciones e investigaciones hechas, al formarse del compuesto N2O (o protóxido de nitrógeno) gas con propiedades analgésicas, usado también en anestesia. El segundo límite, más grave, aparece hacia los 80 metros, con el aumento de la presión parcial del oxígeno, qué alcanza el valor de 1,8 atmósferas, donde empieza a averiguarse los bien conocidos fenómenos de hiperoxia.
Para remediar a estos peligros y por lo tanto para mayores inmersiones han sido experimentadas mezclas respiratorias, basadas todas en reducir el porcentaje del volumen de oxígeno, para así no alcanzar el peligroso valor de 1.8 atm.  de presión parcial de oxígeno (ver  inmersión Ing. Zettstremm).
Ahora, de la clara exposición hecha por “Mundo Sumergido”  relativo el Explorer, resulta evidente que el aparato funciona a aire puro, es decir de composición constante del 21% aproximadamente de oxígeno y del 79% de nitrógeno, como en los comunes reguladores a circuito abierto;  y por lo tanto el único punto realmente a favor del Explorer estaría en una mayor autonomía, alcanzable a través del ingenioso sistema de recuperación de los 200 cc.  de aire puro.
Por tanto no vemos como puede haber influido el Explorer en la profundidad alcanzada de 130 metros, puesto que también este suministra aire puro, y que, por cuanto mencionado anteriormente, el porcentaje de oxígeno contenido en el aire llega a ser peligroso más allá de una cierta profundidad. A nuestro parecer, pues, la excepcionalidad de la empresa debe ser atribuida exclusivamente a los tres preparados atletas. Y lo repetimos para evitar incautas afirmaciones, como las leídas en una revista semanal, en la cual se dijo que con “El Explorer”, cada uno de nosotros podría llegar felizmente íntegro más allá de los 100 m. de profundidad, sin padecer aquellos inevitables daños debido a las inmersiones a gran profundidad.”
Un otro punto impreciso nos parece haberlo encontrado a pág. 42, donde se habla de “inspiración” del aire.
Se comenta al tal punto que la “presión del agua no influye en el abastecimiento, etcétera “: evidentemente eso no es verdadero y en efecto es claro visto el esquema del’ “Explorer”, que el aire de inspiración, pasando bajo las valvas, estando incluso cerrada, pero evidentemente siempre conteniendo incluso una mínima cantidad de aire a la misma presión hidrostática de la cuota de inmersión, se balancea a la misma presión externa;  es obvio en efecto que un ARA tiene que suministrar aire a la misma presión ejercida por el agua alrededor; tiene pues que existir una cámara de balance de las presiones exteriores e internas, que en los comunes reguladores se encuentra bajo la membrana y  en el Explorer dentro de las valvas.
Con el deseo de leer en Su revista, a la que, mientras tanto, siempre deseamos  una mayor difusión, una breve nota técnica al respecto y, si es posible, una descripción exhaustiva del “Explorer Major”.
Aprovechamos para saludarla atentamente.
Enríco Biraghi - G. Della Pascua
Píazza Donegani, 8
Milán
Contestación
Noto que sois críticos preparados y provistos de buen sentido de deducción. Tenéis razón en considerar que Falco, Olgyay y yo estamos muy entrenados y condicionados a las inmersiones;  aparece que tenéis prisa en afirmar que nosotros tres, con cualquiera otro aparato, habríamos podido alcanzar la misma profundidad. En esto no estoy de acuerdo, y me ponéis en una posición incomoda:
1.- Porque  sufro de demasiados escrúpulos y ni quiero ni es absolutamente mi intención animar los submarinistas a hacer inmersiones a profundidades más altas de las que han hecho hasta ahora; estaría contento en saber que sus inmersiones, con los “Explorer”, fueran más agradables y más sanas.
2.- Porque me ponéis en las condiciones de tener que hablar yo mismo bien sobre mis aparatos.
He dicho “prisa de concluir”  en cuanto quizás no habéis meditado que otros submarinistas, ciertamente entrenados y en condiciones como nosotros, han alcanzado, con reguladores a aire y en condiciones análogas, profundidades muy inferiores a la nuestra; y qué, dolorosamente, algún submarinista notoriamente bueno ha muerto en la tentativa de alcanzar profundidades siempre inferiores a las establecidas por nosotros.
Además si hubiera sido una sola persona en alcanzar los 130 metros con regulador automático a aire, también hubiera podido tratarse de un loco atrevido con una preparación física excepcional;  pero somos tres, estamos físicamente bien, sanos y absolutamente normales, y os aseguro la cabeza la tenemos bien colocada, por mucha pasión que tengamos en este deporte.
Sería demasiado largo hablar de los varios motivos por que la respiración subacuática con él “Explorer”  ha mejorado tanto respecto los demás aparatos, y de permitir, a buenos submarinistas, desplazarse fácilmente de 20-30 metros la profundidad habitual de sus inmersiones.
Si tenéis ocasión de venir a Nápoles, seré feliz de teneros como huéspedes: tendréis así el modo de probar el “  Explorer” ….e intercambiar opiniones.
Respecto al otro punto, en que lamentáis la poca precisión de un artículo que ha querido ser mas divulgativo que rigurosamente técnico, considero que quien lo ha escrito ha querido, en último análisis, decir que la respiración con estos aparatos es constantemente buena, incluso cambiando la profundidad y por lo tanto la presión.  
En todo caso el reductor y los suministradores vienen calibrados por un caudal en superficie de unos 3 Kg.; pero están construidos de tal manera que su presión de suministros aumenta automáticamente proporcionalmente al aumentar de la profundidad, asegurando así siempre el necesario volumen-minuto.
Publicado en la revista Mondo Sommerso. Enero 1960 Proceso al Explorer. Págs. 23 y 24. Traducción de Piero Sorba
 
CARTAS AL DIRECTOR
Continúa el proceso al Explorer de Novelli
Distinguido director,
En el número pasado de “Mundo Sumergido.” bajo el título - PROCESO AL EXPLORER – han sido publicadas algunas cartas enviadas por lectores para pedir aclaraciones o subrayar unas dudas acerca de las efectivas posibilidades de empleo del aparado ideado por el Dr. Novelli. Entre ellas de particular relieve la de Biraghi y Della Pasqua los cuales, atreves una cerrada y al cuanto graciosa exposición técnico-científica denunciaron algunas incongruencias bastantes graves, contenidas en las declaraciones hechas por el Dr. Novelli. A tal escrito este último (el Dr. Novelli) ha proporcionado una respuesta indudablemente demasiado evasiva y para nada satisfactoria, quizás más apta para un “Tebeo de los pequeños”  qué no para los lectores de “Mundo Sumergido.”
Si vuelvo sobre el argumento no es por espíritu de polémica, que sería perfectamente inútil en cuánto está demasiado claro que donde el proceso al Explorer tendría que estar cerrado con la estéril autodefensa de Novelli no podría que concluirse con una moción de condena, sino porque es absolutamente necesario hacer luz sobre la cuestión.
Resumimos los hechos. Está fuera de duda que el día el 29 de agosto de 1959 los “submarinistas”  Olgiaj y Falco, y presumiblemente también el Dr. Novelli, alcanzan la cuota de inmersión de 131 metros, valiéndose de un aparato a aire: el Explorer Estándar. Tiempo de inmersión, declarado por los interesados, es de tres a cuatro minutos: luego remontada rápida hasta a treinta metros y  parada de descompresión de una hora y treinta minutos. A los tres “submarinistas” no se detecta ningún daño, más bien se declaran listos a repetir la prueba. Se trata de una empresa que asombra. Hasta aquel momento nadie creyó que se pudiera alcanzar una tal profundidad sin recurrir a las mezclas respiratorias. Sin embargo no se trata de un caso aislado, pero de una acción ejecutada en equipo. El Sr. Marcante diría “Resultan subvertidas las leyes de la fisiología!” (y será entonces por tu frase, querido Duilio, que el mundo subacuático empezará a reflexionar, con calma).
No está todavía claro como los tres campeones hayan podido conseguir el excepcional resultado: si en virtud de sus posibilidades físicas, notoriamente superiores a las medias, o bien gracias a las especiales características del aparato usado que es de nueva construcción, pero finalmente el Dr. Novelli explica, con particular minuciosidad los detalles de como funciona.
Tal aparato, aparte de ser un ingenioso sistema que permite una recuperación parcial del aire espirado, y por lo tanto un apreciable aumento de autonomía, no resulta presentar otras particulares características respecto a un común ARA, es decir, si está cargado a aire, proporciona aire a la misma presión de la profundidad a la que se encuentra el submarinista.
Sería por lo tanto para todos claro que los tres atletas habrían podido conseguir el mismo resultado con cualquiera ARA, y el asunto podría concluir con un renovado aplauso a sus excepcionales preparaciones atléticas, si el Dr. Novelli no declarara que el mérito es debido todo a su nuevo aparato: y no sólo, si no añadiera además que cualquier buen submarinista puede aumentar por lo menos de mas de 30 metros su profundidad de inmersión usando un Explorer Estándar.
Estas declaraciones, por la autoridad de la fuente de información, suscitan hipótesis sugestivas. ¿De veras la ciencia médica hasta ahora se ha equivocado y nuestras cogniciones de fisiología se han de repasar?
¿De veras podríamos bajar sin ser Falco, Olgiaj o Novelli, a 100 metros con segura tranquilidad y sin correr riesgos?
A este punto intervienen Biraghi y Della Pasqua, médico en química el primero e ingeniero el segundo, los cuales, aparte de ser estimados submarinistas están asociados en importantes estudios de fisiología subacuática, para denunciar cuánto sigue:
1º - El Explorer no modifica la composición de la mezcla respiratoria en relación a la profundidad y por lo tanto no disminuye la presión parcial del  oxigeno. Por lo cual el umbral de toxicidad de este gas no resulta alejado.
2º - En el aparato no se detecta ninguna aplicación particular para desminuir la presión parcial del  nitrógeno cuando esta alcanza los límites después los cuales este gas procura el estado hilarante conocido bajo el nombre de borrachera de las profundidades.
3º - No existe, y no puede haber, algún dispositivo particular para disminuir la acumulación de nitrógeno disuelto en el organismo y por lo tanto reducir las etapas de descompresión,  o incluso hasta eliminar a alguna.
4º - Las declaraciones del Dr. Novelli por lo tanto deben de retenerse destituidas de cualquier fundamento científico, salvo que él no pueda añadir ulteriores elementos de valoración.
En su respuesta, tal como he señalado al comienzo, Novelli no ha aportado ningún elemento nuevo útil por el juicio, y éste es lógico y comprensible, pero en cambio ha insistido en sus declaraciones, y esto es intolerable. Cada uno tiene el derecho en decir lo que quiere y de escribirlo también en la prensa (revistas)  técnica, como “Mundo Sumergido.” Pero no las personas como Novelli, que con su autoridad pueden también convencer, con las consecuencias que son más bien imaginables.
Pues, mientras que ningún buen submarinista ha intentado o probado a experimentar la posibilidad de aumentar de 30 metros la profundidad de sus inmersiones, hago recurso al sentido de responsabilidad moral de Olgiaj, Falco y Novelli para que por fin digan la verdad sobre como y porque han podido alcanzar los 131 metros. No por quién lo ha ya intuido, sino para los candidatos a la muerte de Explorer.
Y eso no desprecia para nada el valor deportivo de aquella magnífica aventura.
Alberto Mungo.  Milán.
Me parece evidente la necesidad de girar su largo escrito al Doctor Alberto Novelli el que se ha apresurado en escribirle una larga contestación. Aquí la tiene:
Distinguido Dr. Mungo.
Sea agradecido a”  Mundo Sumergido y a la grande amistad que me ata al director de la revista si contesto a su escrito, el cual, para mi, no merecería contestación. A continuación lo que pienso:
Es un escrito grosero porque es de tono venenoso e irritante: un escrito en mala fe porque sustenta mentiras: un escrito en que traslucen unas reservas mentales que miran a un segundo fin: ¿cuáles?
Espero no se trata de cálculos u intereses pero sólo del querer saber prepotentemente, con violencia psicológica, cosas que mis amigos y yo no hemos todavía creído oportunos de comunicar, por seriedad y prudencia, por falta de tiempo y de modalidades conveniente. Es más, el suyo, es un escrito sagaz, escrito con superficialidad y no demuestra mucha competencia en materia.
Vamos al grano del contenido de su escrito, buscaré lo más posible, de seguir el orden de sus párrafos.
Antepongo en seguida que, después del récord de inmersión con ARA, los varios periodistas, que han hablado de los hechos, se han expresado de diferentes maneras, presentando y pintando la realidad de los hechos, según su forma de ver y pensar, según su interpretación y competencia en materia. Esto, creo, es un fenómeno de dominio público y que ya he hecho notar en más de una ocasión.
Es más, algunos periodistas, por el simple hecho de haber entrevistado mis amigos y a mí, han presentado artículos como si fuéramos nosotros a hablar. En todo caso, no me resulta que, en las varias revistas y periódicos,  se hayan mencionados, sobre tal argumento, cosas muy lejanas de la realidad y tan menos graves y peligrosas.
A su tiempo “Mondo Sumergido”  me rogó de contestar a algunas cartas de lectores que pidieron aclaraciones sobre el Explorer, se me solicitó también ser conciso, obviamente por exigencias editoriales. Fue mi cortesía contestar e hice lo mejor para ser claro en poco espacio.
Antepuesto eso, Usted habla de “  Tebeos de los pequeños “, le hago notar que Mundo Sumergido”  es una revista  que siempre he estudiado y he formada mi cultura sobre los tratados en materia y creo que así hacen todas las personas serias y prudentes, considerando las revistas, incluso aunque sean especializadas, lugar dónde sacar las noticias de crónica o argumentos de carácter divulgador sin la pretensión que ellas sean minuciosas u exhaustivas.
¿Habla luego, de estéril autodefensa, pero de que hechos u cosa debería defenderme, de gracia?
Después de haber reconducido la real crónica del desarrollo del récord, Usted cita la frase de Duilio Marcante: -  “Resultan subvertidas las leyes de la fisiología” a lo cual hace seguir un comentario sarcástico: ahora las leyes de la fisiología nunca se pueden subvertir, pero las nociones, hasta entonces aceptadas, sobre las leyes de la fisiología de las inmersiones se han, por la verdad un poco subvertido, ¿no le parece?
La agradezco reconocerme de haber explicado con minuciosidad de detalles como funciona el Explorer; pero dudo que Usted lo tenga bien entendido, de otro modo habría podido encontrar, en eso, las respuestas a los problemas que le agobian.
En efecto añade, que tal aparato, aparte la recuperación parcial, non presenta otras características que se diferencia de un común ARA, por lo tanto, ¡no ha entendido nada!  Así que, según usted, todos los reguladores  por el hecho común de ser alimentados con aire, serían iguales.
Aparece claro, dice usted, que Falco, Olgiaj y yo habríamos podido conseguir el mismo resultado con cualquiera ARA. ¡No!  Ya he contestado a Biraghi y Della Pasqua en tal sentido. (Léase otra vez el “Tebeo de los pequeños”) ahora me expresaré con un parábola: Admitimos que un conocido conductor de potentes automóviles de carrera quisiera competir al volante de un utilitario: ¿puede tener esperanza de éxito? evidentemente no;  paragonamos el caso inverso, pongamos por ejemplo un normal conductor de utilitario a la guía de una máquina potente: él correrá  más rápido que sobre una utilitario, pero no podrá vencer ciertamente una competición. Éste es un poco nuestro caso, distinguido médico: hombres bien preparados y entrenados, que tienen mucha confianza con el agua y con las inmersiones, disponiendo de un aparato con particulares características técnicas, y que han podido realizar aquel récord.
Más adelante Usted afirma que yo he declarado, que el mérito del récord es todo del nuevo aparato: es una mentira! ¡Nunca! Me diga dónde. Añade además que yo dije que hasta cualquiera buen submarinista puede aumentar de al menos 30 metros su profundidad de inmersión: es una imprecisión suya en mala fe. ¿Por la verdad yo he dicho, y confirmo, (pero Usted sabe leer el “Tebeo de los pequeños?),  qué un buen submarinista puede desplazar fácilmente su cuota habitual de inmersión de 20 o 30 metros: y obviamente he dicho 20 o 30 queriendo considerar las diversas condiciones físicas y sobre todo de lo sistema-neuro-psíquico de los varios submarinistas.
Para ser más claro: si un submarinista, por su sentido cenestésico, (conciencia de estar bien-falta de malestar), se para a cuota X, porque más abajo notaria que se sentiría mal, con el Explorer su sentido cenestésico lo pararía a X + 20 o 30 metros.
Pregunta si las nociones de fisiología, en el campo, serian todas de repasar: yo no me pronuncio, juzgue Usted. También pregunta: De veras podremos bajar... por lo menos a 100 metros con total seguridad?...: ¿también esto lo habría afirmado yo? ¡ah! pero quizás Usted quería referirse a los 20 o a 30 metros de mas antes mencionados, ahora, pero Usted dice “podríamos”,  entonces Usted también! Por lo cual: 100-20 o 30 hacen 80 o 70: a este punto dígame con mucha sinceridad, Dr. Mungo, ¿Usted con los otros reguladores ha bajado nunca a 70 o a 80 metros? Si es así, venga a visitarme, déme la posibilidad de controlar su soltura a 70 o a 80 metros bajo el agua y yo, en tal caso, asumiéndome toda responsabilidad, le acompañaré a 100 metros.
Dice que el Dr. Biraghi y el Ingeniero Della Pasqua, que están asociados en importantes estudios de fisiología subacuática, (mis sinceras felicidades de éxito), denuncian 4 párrafos: EI contenido del primero es verdadero para el “Explorer Estándar”  y “Minor” pero no es verdadero para el “Mayor”. El segundo dice cosas exactas y también el tercero, pero quién ha sustentado estos hechos. En todo caso, le diré, que podría haber algo que discutir sobre tal argumento;  por todo los tres, en todo caso, vale que la impostación del problema es equivocada y, por tal motivo, el parágrafo 4, que es una conclusión de los tres precedentes, resulta arbitrario.
Para acabar y volviendo a los últimos párrafos de Su escrito le digo: testigo la Marina italiana, testigo la RAI-TV, testigos muchísimas personas respetables, se ha realizadas, en Italia, un récord de profundidad con ARA. EI récord se ha desarrollado con un control severo y con sistemas de medida de objetividad absoluto. Las bombonas cargadas de aire bajo el control y con compresores de la Marina italiana. EI récord ha sido realizado por tres personas, las mismas han salido bien y sanas. Han sido utilizados nuevos tipos de ARA italianos. Con otros reguladores, en uso ya desde décadas, nunca se alcanzó tales profundidades si no siendo cadáveres. El récord anterior de 100 metros, (Antemilla-España), (sic) (1) fue considerado el límite máximo permitido con ARA: nosotros lo hemos conseguido con 31 metros mas;  para proporcionarnos en último análisis, un montón de problemas y rompecabezas, vernos denegado el derecho de sustentar unos hechos, para ser casi insultados, ultrajados,  para oír que tenemos el deber de dar explicaciones: ¿a quién a Usted que nos las pregunta con mucha gracia?
Comenta Usted que debemos que decir la verdad. Usted dice, no para quién la “ha intuida.” lo no me atrevo en pensar que esta frase pueda ser una insinuación: ¿quién la habría intuido? ¿Y cuál sería esta verdad diferente a la que nosotros siempre hemos sustentado? El deporte subacuático es desaforadamente lleno de fanáticos, megalómanos que sustentan grandes tonterías sin moderación a daño de lo que hay de auténtico de serio y de bonito. No nos hemos abierto paso en este campo con sacrificios, superando obstáculos de envidias, cálculos y maldades, y nunca hemos exagerado ni de una coma nuestros méritos, más bien haciendo siempre que hablen los hechos más que las charlas.
Cuando lo creeremos oportuno y tendremos modo de hacerlo bien, daremos explicaciones más amplias sobre los porqués del récord, si Usted quiere esperar, si no...
De hecho entregué a la Sociedad Pirelli un folleto que explicó detalladamente el Explorer y su funcionalidad, y en ello traté de aclarar los fenómenos de la inmersión con el Explorer”  y las diferencias sustanciales del aparato, desaforadamente pero, todo ello ha sido reducido a poca cosa quizás por la necesidad de ser siempre breves.
Usted acaba su escrito con “... candidatos a la muerte de Explorer “: a quien quiere dar miedo, Dr. Mungo? Tengo los hombros, gracias a Dios, bastante robustos y me río de cartas pendencieras como la suya. Del resto nunca he animado a nadie a exagerar, más bien lo contrario, porque conociendo muy bien los peligros de las inmersiones, encomiendo siempre las reglas de la máxima prudencia;  si después algún fanático va a comportarse de modo atrevido, arriesgando la vida sin sentido no veo que culpa podré tener de ello yo y tan menos el Explorer –
Alberto Novelli- Nápoles
Nota.
(1)¿Antemilla? Suponemos que  se refiere a Eduardo Admetlla.
Publicado en la revista Mondo Sommerso. Enero 1960. Vol. II nº 1. Processo all Explorer. Pág. 23 y 24. Traducción de Piero Sorba